domingo, 30 de enero de 2011

Mourinho, el 'esquisito'

Mourinho es un borde. Es un hombre antipático que enarbola su arrogancia como bandera de su éxito profesional. Se gusta. No se reprime para tirar de curriculum y muestra sus defectos como un mal necesario para permitirle triunfar. Para mantener ese estatus arremete contra todo lo que le rodea y sacrifica con gracia cualquier peón para salvaguardar a sus baluartes. Para los periodistas resulta muy arisco. Ora se muestra locuaz, ora da un portazo y manda en su lugar a Karanka, ese rapsoda. Es para evitar los titulares contraproducentes, alega, ése que buscaban las cámaras de televisión, los periódicos, los ávidos reporteros de radio..., todos tan propensos a magnificar el malhumor de este entrenador. El gato y el perro. Ingeniosos símiles para su sistemas de juego, pero también para definir su relación con el mundo exterior. Es tanta la adrenalina que desprende que resulta familiar ver discusiones con el banquillo contrario. Cuando vi fuera de sus casillas a Gonzalo Hurtado, un técnico sexasegenario ahora ayudante de Manzano en el Sevilla y ex del Real Murcia, un hombre ponderado donde los haya, supuse hasta dónde llega la tensión. En los pocos meses que lleva en el cargo ya acumula un largo historial: fusilamiento de Pedro León, enfrentamientos Manzano, Manolo Preciado, Garrido y su hermano... Pérez Lasa, Paradas Romero... 
Una colega de Telecinco le preguntó por ese mal genio que exhibe y el entrenador, con su característico desdén, declinó contestar. Dentro del propio club las ha tenido con Florentino, cuando tuvo el atrevimiento de postularse para dirigir la Selección portuguesa sin dimitir de su puesto. Como si el Madrid fuera un club de barrio. Las ha tenido con Valdano hasta que el argentino, con mucho sentido común, ha dado un paso atrás y ha liberado una supuesta amenaza fantasma sobre su continuidad.
Ha tenido gestos tan chabacanos como sacar el balón de la 'Champions' cuando jugó la eliminatoria de Copa ante el Murcia, sin duda, la gran amenaza para el título madridista.
Entre estos y otros desplantes ha tirado por tierra la imagen tan cuidada del Madrid en su relaciones sociales. La imagen congelada del banquillo muestra un rostro hierático, resguardado por sus dos ayudantes como si fueran dos guardaespaldas, más el refuerzo de Chendo, muy bien caracterizado como un primo de Los Soprano.
Lo malo es que esa agresividad se transmite demasiado a jugadores poco acostumbrados a estas lides y se pasan de frenada. Como le ocurre a veces a Cristiano, convertido en avatar de su técnico.
En portugués hay unas palabras denominadas 'falsos amigos'. Se trata de palabras homófonas al castellano, pero que significan cosas muy distintas. Por ejemplo: Presunto es jamón; torpe es infame; inábil sí es torpe; largo significa ancho; distinto es distinguido; escenario es palco; esquisito es desagradable. Quizá Mourinho, que se dio a conocer en España como traductor de Robson, ahora confunde la exquisitez que ha presidido el Madrid con su 'esquisito' (repulsivo) comportamiento.
El principal problema de Mourinho es Guardiola y el mejor equipo del Barça en toda su historia. De no ser así, es muy probable que no tuviera rival. Porque, aunque le eliminara el año pasado en aquella semifinal con el Inter, su modelo es el futuro. el de Setúbal aplica una expresión refinada del fútbol inglés, dinámico, directo, letal, dependiente de sus jugadores referentes. Vibrante cuando se juega bien. Es un modelo válido por su aplicación sempiterna que puede reportar grandes éxitos al Real Madrid. Ojalá. Sería estupendo reeditar una final de la Liga, en la Copa o en Europa. Es un buen entrenador y aunque no tiene a Xavi, Messi o Iniesta, tiene a Xabi Alonso, a Özil o Cristiano y su propuesta es espectacular. Tiene herramientas para aspirar a todo, pero lo condiciona a su caracter huraño. Crea enemigos donde no los hay y eleva la presión sobre sus jugadores de manera innecesaria. Le sobra 'esquisitez'.

Guardiola, un maestro del barroco

Hace poco que vi ‘La Red Social’, una de las películas favoritas a los Oscar, que cuenta el nacimiento de Facebook y las truculencias de su creador, el excéntrico Mark Zuckerberg. Tuve la sensación de que este estudiante de Informática basó el éxito de su descubrimiento en que supo percibir una evidencia de la que nadie se percataba. Algo común entre los genios que han impulsado los grandes avances de la humanidad. Te preguntas ¿cómo es posible que nadie haya pensado en eso antes? La materia prima ya estaba ahí, pero faltaba esa idea maestra que uniera las piezas. Así evoluciona la sociedad.  Así irrumpen las revelaciones.
Un caso análogo me ocurre con Pep Guardiola, al que mi corrector de Word  –impermeable a la diversidad cultural- insiste en llamar Pepe. Pep ha impactado el universo fútbol con una propuesta bella no exenta de resultados, que ha acabado con el dilema de ganar o jugar bien. Se pueden hacer ambas cosas. Pep ha creado un estilo de juego nuevo con las herramientas de siempre. Ha abierto una grieta en la granítica estructura del fútbol para introducir una variable que se extiende por el mundo con gran calado. Como un verso suelto, como un logaritmo rebelde reconstruye el planteamiento desde la raíz, expone un modelo alternativo capaz de conjugar la efectividad con la efecticidad.
Como jugador ya demostró esas cualidades. En el Barça Cruyff lo supo ver y le integró en el dream team, el preámbulo de lo que hoy es el mejor equipo de la historia azulgrana. En la Selección, por el contrario, no fue posible por culpa de Javier Clemente. España nunca se podrá perdonar la década ignominiosa que su fútbol padeció bajo la dirección de este entrenador. Maniató el talento de Guardiola, como el del mejor Raúl, Míchel, De la Peña, Tamudo  y un largo etcétera, para ajustarles al juego tosco de los Abelardo, Hierro, Nadal y Goicoechea, bien secundado por Zubizarreta y su club de amigos. Cuando llegó Camacho ya era una generación perdida.
Por fortuna Pep se ha instalado en la antítesis, no sólo como entrenador sino como relaciones públicas, requisito indispensable hoy para un entrenador de élite. Baste decir que algunas ruedas de prensa las contesta en catalán, español, inglés e italiano. Aunque esto último le cueste entenderlo a Sergio Ramos, ese intelectual. Es, además, un buen augurio para cuando el barcelonés llegue al banquillo de La Roja. Sólo cuestión de tiempo.
Guardiola es un paso ulterior. Ha ideado un arte barroco pleno de realismo. Si Caravaggio viviera es posible que su misticismo lo plasmara en partido del Fútbol Club Barcelona o de la Selección Española Campeona del Mundo.  Imagino en el lienzo una pantalla de plasma resplandeciente ante un grupo de personas de cualquier estrato social, preferentemente medio o bajo, que encuentran la revelación en un momento suspendido en el tiempo, en el espacio, quizá cuando Puyol marca ante Alemania, quizá cuando Messi dibuja una diablura.
Como el artista italiano, Guardiola acerca su pincel a la creatividad. Frente al coleccionismo de retablos madridistas, el catalán rebusca en su sótano para buscar su particular Yelmo de Mambrino: una sucesión interminable y coreografiada de toque, que aleja el balón del contrario, lo hipnotiza, lo acelera o lo esconde, hasta hallar una oportunidad de marcar.  Como el creador de Milán, encuentra sus modelos entre los jóvenes y los menos pudientes. Ya se llame Pedrito (quien debutó en Primera contra el Murcia, por cierto) o Sergi Busquets, siempre hallará un talento por descubrir. Sólo tendrán que introducir su conexión USB con los datos previos y acoplarse al sistema. Siente la red. Siente el fútbol.

miércoles, 12 de enero de 2011

Xavi, un genio sin recompensa

Una vez más a los españoles nos han dado para el pelo en la vieja Europa. El pésimo estado de nuestra Diplomacia encuentra su fiel reflejo en los desplantes que la UEFA y la FIFA nos hacen continuamente y que han tenido su reflejo en la designación de Messi como mejor jugador del año. En otros tiempos, cuando un español cabreado cruzaba los Pirineos, los galos, nibelungos, sajones o moradores del pre-Benelux, hacían el pino. Ahora ya no vale ni ganar un Mundial para que te tomen en serio.
Un Mundial es el acontecimiento deportivo más importante del mundo, para mí por encima de los Juegos Olímpicos. Y Ahí Messi se estrelló. Estuvo todo el Mundial mirando hacia atrás buscando a Iniesta o Xavi... y sólo veía la mediocridad de Maradona. Ni un gol, ni una genialidad memorable, ni un éxito colectivo, le dejan en segunda fila. Admito que Iniesta estuvo lesionado mucho tiempo y quizá no es acreedor, aunque su gol vale su peso en oro, pero Xavi mantuvo su regular genialidad in crescendo hasta GANAR EL CAMPEONATO DEL MUNDO. Que parece que ahora no es importante. Si lo llegan a ganar los alemanes o los franceses, les dan hasta los brazos de las butacas. La denigrante animadversión de Platini y Beckenbauer hacia los españoles está visto que pesa más en la FIFA.Lo vimos en la elección del Mundial de 2018 y se repite ahora. Para mí, que no ganara Xavi es una injusticia irreparable y deja sin recompensa la piedra angular sobre el que bascula el juego de la Selección. No se puede entender ese juego que ha maravillado al universo fútbol sin Xavi, la prolongación el campo del gran ideólogo de un estilo inventado por Guardiola, aplicado por Luis Aragonés y remasterizado por Vicente del Bosque. Por eso tampoco me parece bien que se premiara a Mourinho por ganar al Catania, antes que el hombre que ha demostrado que también se puede ganar jugando al fútbol como los dioses.

martes, 11 de enero de 2011

¿Debe reforzarse el Real Murcia?

A falta de tres semanas para que se acabe el periodo de fichajes, el Real Murcia no ha movido ficha y sus responsables afirman que no lo harán. El motivo que aducen es que la actual plantilla es suficiente para alcanzar el ascenso. Sin embargo, fuera de Nueva Condomina la necesidad de apuntalar el equipo es un clamor general.
Los números del Real Murcia son incontestables: líder en solitario con tres puntos de ventaja sobre el segundo y seis sobre el tercero. Pero no hay confianza plena en que eso sería suficiente para disputar un play-off con garantías porque en el transcurso de la primera vuelta se ha descubierto algunos agujeros. El Murcia no va a subir porque llegue a los cien puntos, sino por ostentar la adecuada solidez cuando llegue el momento decisivo. En consecuencia, ¿podemos pensar que la plantilla es la adecuada, o convendría reparar ciertas vías de agua? Si miramos más allá del Grupo IV, los rivales que se puede encontrar en el camino y que ahora comandan los restantes Grupos llevan una trayectoria parecida a los granas. Nada apunta a que sean favoritos. Los cruces son una incógnita, pero ¿qué referencias tenemos al respecto?: En los enfrentamientos con los siete primeros de su Grupo, el Real Murcia acumula un balance irregular de dos victorias, cuatro empates y una derrota. De ellos, tres de las igualadas han sido en Nueva Condomina. Atención a ese dato. Un empate en tu campo en un play-off puede complicarlo todo mucho. En cuanto al rendimiento, si el portero de un equipo se convierte en protagonista varias veces en un partido, puede que algo falle. Si los balones llegan contados a un único delantero, al que se le exige un porcentaje enorme de acierto -y que no se le ocurra lesionarse porque no hay repuesto-, puede que falte otro atacante. Y si el 'organizador' (Richi) atraviesa por un periodo de bajón físico, no puede acabar un partido y no hay recambio, o se lesiona (Aguilera) y el técnico no da con el sustituto, igual falta un organizador. Todo ello al margen de las consideraciones sobre si el juego es vistoso o no.

El Murcia juega con fuego. El año pasado hizo lo mismo y se quemó. No quiso reforzar un vestuario que estuvo en descenso toda la primera vuelta, ni quiso echar a un entrenador incompetente y, así, lo evitable se convirtió en imperdonable. Ahora no puede reincidir. Debería apostar todo lo que tiene para apuntalar la plantilla hasta la extenuación porque un error sería fatal y la entidad no podría asumir otro año en la categoría. Tampoco se lo merecen unos aficionados fieles y ejemplares, pero exigentes con su equipo. No vale caer en la demagogia de que en el mercado de invierno no hay futbolistas buenos. Y menos este año que se pueden fichar hasta de entre tus rivales. Y menos en Segunda B para un equipo 'poderoso' en estas latitudes. Es más, tal y como están las economías de los clubes, incluso en una categoría superior, si a algunos futbolistas se les asegura el sueldo, jugar en un campo de Primera y con ocho mil espectadores, igual ni se lo pensaban. Más difícil veo yo dejar alguna plaza libre para que vengan, porque a ver quién se atreve a irse de este club con lo que está cayendo por ahí. Que se lo pregunten a Chando y sus coqueteos estivales con el Granada.
Juan Antonio Samper tiene la última palabra. El ascenso en Segunda B es una carrera de fondo en la que no basta con llegar primero, sino en llegar mejor que tus rivales.