domingo, 31 de octubre de 2010

El peligro de la Copa del Rey

La Copa del Rey es una competición completamente devaluada que sólo cobra algún valor con la aparición puntual del Real Madrid o el Barça. O para ser más concretos, cuando alguno de ellos se da algún patinazo, como ocurrió el pasado miércoles en Nueva Condomina. La Federación dejó la Copa en manos de la Liga Profesional, en manos de los clubes más poderosos, lo que ha significado el sacrificio inútil del resto de las categorías con excepción de los dos bendecidos con los emparejamientos con los dos grandes. Los pequeños, incluidos los de Segunda, se eliminan entre sí hasta que entran en vigor los de Primera y siempre con el campo a su favor como factor de corrección de posibles pinchazos. Es lógico, la LFP no va a tirar piedras sobre su propio tejado y busca siempre una final entre dos Primeras, cuanto más poderosos mejor para obtener una mejor taquillas y audiencia televisiva.
En el caso del Real Murcia, un club muy por encima de su categoría actual, no sólo ha jugado contra el Real Madrid sino que no ha perdido y, de golpe, ha reducido la eliminatoria a un sólo partido. Y en el fútbol todo puede ocurrir en un sólo partido. Dice un refrán que conviene tener cuidado con lo que se desea porque se puede conseguir. El Murcia puede salir goleado del Bernabeu, perder de manera escueta o puede clasificarse. Sería algo histórico, pero entraña unos riesgos. Desde que se supo del emparejamiento se ha distraído mucho la atención en la Liga. En los últimos partidos la plantilla ha ofrecido un rendimiento menor, con problemas de concentración y de entrega y, en el caso de una hipotética clasificación el estado de euforia puede hacer descarrilar a los jugadores. Iñaki Alonso trabaja en ello, trata de aislar a sus jugadores como ya hizo en Irún. Pero Murcia es una ciudad más grande, con más atención de los Medios de Comunicación y sería mucho más difícil. Cuando el equipo grana estuvo a punto de eliminar al Depor en aquella eliminatoria mítica en el 2003, hubo quien pensó en el club que fue lo mejor, porque una victoria hubiera puesto en peligro el ascenso a Primera.
El Murcia es líder, pero tiene deficiencias que debe corregir, puestos que debe reforzar en el mercado de invierno y un milagro en Madrid -ojalá se diera- no debe apartar un milímetro al equipo de su verdadero camino, el del ascenso, el de volver a poner a Murcia en el mapa futbolístico, en ser campeón de su Grupo para allanar el camino, en aplaudir el cariño incondicional de esos aficionados que incluso ahora no lo abandonan.
Al menos un millar de murcianos acompañarán al Real Murcia en el Santiago Bernabeu el próximo 10 de noviembre -si no se retrasa al jueves-, en el partido de vuelta de los 1/16 de final de la Copa del Rey. En esta temporada de penumbras, en las alcantarillas del fútbol español, un permiso temporal a la luz mediática de las estrellas es un gran aliento. Máxime si se presenta con opciones de éxito, por muy remotas que sean. Varias generaciones de murcianos se han sentido orgullosos de acudir a la capital de España para seguir a su equipo y muchos otros, afincados en la capital de España, han aprovechado para acercarse a sus raíces. Se lo han ganado

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