Hace poco que vi ‘La Red Social’, una de las películas favoritas a los Oscar, que cuenta el nacimiento de Facebook y las truculencias de su creador, el excéntrico Mark Zuckerberg. Tuve la sensación de que este estudiante de Informática basó el éxito de su descubrimiento en que supo percibir una evidencia de la que nadie se percataba. Algo común entre los genios que han impulsado los grandes avances de la humanidad. Te preguntas ¿cómo es posible que nadie haya pensado en eso antes? La materia prima ya estaba ahí, pero faltaba esa idea maestra que uniera las piezas. Así evoluciona la sociedad. Así irrumpen las revelaciones.
Un caso análogo me ocurre con Pep Guardiola, al que mi corrector de Word –impermeable a la diversidad cultural- insiste en llamar Pepe. Pep ha impactado el universo fútbol con una propuesta bella no exenta de resultados, que ha acabado con el dilema de ganar o jugar bien. Se pueden hacer ambas cosas. Pep ha creado un estilo de juego nuevo con las herramientas de siempre. Ha abierto una grieta en la granítica estructura del fútbol para introducir una variable que se extiende por el mundo con gran calado. Como un verso suelto, como un logaritmo rebelde reconstruye el planteamiento desde la raíz, expone un modelo alternativo capaz de conjugar la efectividad con la efecticidad.
Como jugador ya demostró esas cualidades. En el Barça Cruyff lo supo ver y le integró en el dream team, el preámbulo de lo que hoy es el mejor equipo de la historia azulgrana. En la Selección, por el contrario, no fue posible por culpa de Javier Clemente. España nunca se podrá perdonar la década ignominiosa que su fútbol padeció bajo la dirección de este entrenador. Maniató el talento de Guardiola, como el del mejor Raúl, Míchel, De la Peña, Tamudo y un largo etcétera, para ajustarles al juego tosco de los Abelardo, Hierro, Nadal y Goicoechea, bien secundado por Zubizarreta y su club de amigos. Cuando llegó Camacho ya era una generación perdida.
Por fortuna Pep se ha instalado en la antítesis, no sólo como entrenador sino como relaciones públicas, requisito indispensable hoy para un entrenador de élite. Baste decir que algunas ruedas de prensa las contesta en catalán, español, inglés e italiano. Aunque esto último le cueste entenderlo a Sergio Ramos, ese intelectual. Es, además, un buen augurio para cuando el barcelonés llegue al banquillo de La Roja. Sólo cuestión de tiempo.
Guardiola es un paso ulterior. Ha ideado un arte barroco pleno de realismo. Si Caravaggio viviera es posible que su misticismo lo plasmara en partido del Fútbol Club Barcelona o de la Selección Española Campeona del Mundo. Imagino en el lienzo una pantalla de plasma resplandeciente ante un grupo de personas de cualquier estrato social, preferentemente medio o bajo, que encuentran la revelación en un momento suspendido en el tiempo, en el espacio, quizá cuando Puyol marca ante Alemania, quizá cuando Messi dibuja una diablura.
Como el artista italiano, Guardiola acerca su pincel a la creatividad. Frente al coleccionismo de retablos madridistas, el catalán rebusca en su sótano para buscar su particular Yelmo de Mambrino: una sucesión interminable y coreografiada de toque, que aleja el balón del contrario, lo hipnotiza, lo acelera o lo esconde, hasta hallar una oportunidad de marcar. Como el creador de Milán, encuentra sus modelos entre los jóvenes y los menos pudientes. Ya se llame Pedrito (quien debutó en Primera contra el Murcia, por cierto) o Sergi Busquets, siempre hallará un talento por descubrir. Sólo tendrán que introducir su conexión USB con los datos previos y acoplarse al sistema. Siente la red. Siente el fútbol.
FANTÁSTICO ARTÍCULO...
ResponderEliminarMe pregunto por quñe el bueno de don Vicente se obceca en emborronarnos los cuadros del genio imponiendo un doble pivote en forma de XABI ALONSO que el genial santpedoriano nunca aplica, ni necesita, para que su centro del campo presione, marée y se coma con patatas al rival... pero si le vale con repetir el esquema que tan bien funciona en el Barça... (con tres más que reemplacen -cosa naa fácil- a Messi, Alves y Abidal)...
El problema es que sin Messi, tiene que adelantar a Xavi y a Busquets y dejar atrás a Xabi Alonso. Creo que es una adaptación adecuada a lo que tenemos, porque el de Tolosa tiene un desplazamiento en largo que cambia el sistema en fracciones de segundo. Ésa es, para mí, la gran aportación de Del Bosque sobre el modelo adaptado de Luis Aragonés.
ResponderEliminarSalu2