Parto de la base de que la Segunda B es una desgracia, un trance doloroso y obligado como purgatorio de sus pecados. Una penitencia con fecha de caducidad que el Real Murcia debe afrontar con humildad y eficiencia. Un club con su historial no puede presumir de nada en esta categoría, sino tratar de abandonarla con la mayor presteza y discreción para no volver nunca. Ha de comportarse como un opositor que prepara a conciencia un temario y después jugárselo todo en un examen, contra los demás, contra sí mismo.
¿Está el Murcia en el buen camino? ¿Tiene lo necesario para ascender? ¿Está preparado para ascender? Son las tres preguntas que más se repiten en el entorno grana y las que pueden marcar la línea entre la confianza y el dramatismo de sus aficionados. Veamos. El Real Murcia no tiene un juego brillante, pero tampoco lo necesita. Esta es una categoría para salir corriendo en línea recta sin dar muchos rodeos. La única mejoría que debe alcanzar pasa por ofrecer una imagen de suficiencia ante los demás, demostrar su autoridad al margen de que marque más o menos goles, de que juegue más o menos directo. Nadie –insisto, nadie- le pide que juegue como el Barcelona, pero sí que ante la mayoría de los rivales a los que se enfrenta adopte una actitud un poco más comprometida. Tiene equipo para hacerlo, pero debe comportarse menos atenazado. Lo sabemos porque ya lo ha hecho al inicio de esta temporada. Más que un fútbol barroco, los hinchas granas agradecerían mucho el sentirse más seguros del equipo de cara al final. Necesitan creer que este equipo tiene las ideas claras, que sabe a lo que juega y que tiene las herramientas para hacerlo.
Hasta el momento lo ha hecho casi todo bien. El novato Sergio Fernández y el avispado Iñaki Alonso acertaron al configurar una plantilla competitiva, con muchos inconvenientes. Recomponer el equipo después del mazazo en Girona era un reto. Tanto es así que lograron pronto hacer olvidar su pena a los aficionados para arrastrarles a un nuevo futuro. Luego el equipo devolvió la gentileza con resultados y, en la actualidad, casi tiene asegurada su clasificación para el play-off. Esperemos que pronto confirme que lo hará como campeón. Hasta entonces sólo tiene que administrar bien su rendimiento.
Respecto a sus opciones en el play-off, el Murcia ya se ha enfrentado a otros equipos potentes en su Grupo, en la Liga y de otros Grupos en la Copa del Rey. Incluso hizo una exhibición de sus virtudes en el partido de ida contra el Real Madrid. Ahí está el listón, señores. Con esta excepción ninguno de sus rivales se ha mostrado superior al cuadro grana y por eso no me asusta ninguno de los campeones que se vislumbran en el horizonte. Si el Real Murcia está bien, si llega tenso y concentrado al 22 de mayo, sostenido por el aliento de miles de murcianos, podrá acariciar el éxito. Para ello debe dar un paso más, demostrar a los contrarios que necesitarán algo más de lo que aportó el Melilla si quieren ganarle.
La plantilla me parece corta pero apta para conseguir el objetivo y en él debe volcarse. Hay que superar las deficiencias ahora que se puede y soltar un poco los frenos. No ver fantasmas donde sólo hay crítica constructiva y obviar lo demás. Todos queremos lo mismo, el final de esta pesadilla.
¿Está el Murcia en el buen camino? ¿Tiene lo necesario para ascender? ¿Está preparado para ascender? Son las tres preguntas que más se repiten en el entorno grana y las que pueden marcar la línea entre la confianza y el dramatismo de sus aficionados. Veamos. El Real Murcia no tiene un juego brillante, pero tampoco lo necesita. Esta es una categoría para salir corriendo en línea recta sin dar muchos rodeos. La única mejoría que debe alcanzar pasa por ofrecer una imagen de suficiencia ante los demás, demostrar su autoridad al margen de que marque más o menos goles, de que juegue más o menos directo. Nadie –insisto, nadie- le pide que juegue como el Barcelona, pero sí que ante la mayoría de los rivales a los que se enfrenta adopte una actitud un poco más comprometida. Tiene equipo para hacerlo, pero debe comportarse menos atenazado. Lo sabemos porque ya lo ha hecho al inicio de esta temporada. Más que un fútbol barroco, los hinchas granas agradecerían mucho el sentirse más seguros del equipo de cara al final. Necesitan creer que este equipo tiene las ideas claras, que sabe a lo que juega y que tiene las herramientas para hacerlo.
Hasta el momento lo ha hecho casi todo bien. El novato Sergio Fernández y el avispado Iñaki Alonso acertaron al configurar una plantilla competitiva, con muchos inconvenientes. Recomponer el equipo después del mazazo en Girona era un reto. Tanto es así que lograron pronto hacer olvidar su pena a los aficionados para arrastrarles a un nuevo futuro. Luego el equipo devolvió la gentileza con resultados y, en la actualidad, casi tiene asegurada su clasificación para el play-off. Esperemos que pronto confirme que lo hará como campeón. Hasta entonces sólo tiene que administrar bien su rendimiento.
Respecto a sus opciones en el play-off, el Murcia ya se ha enfrentado a otros equipos potentes en su Grupo, en la Liga y de otros Grupos en la Copa del Rey. Incluso hizo una exhibición de sus virtudes en el partido de ida contra el Real Madrid. Ahí está el listón, señores. Con esta excepción ninguno de sus rivales se ha mostrado superior al cuadro grana y por eso no me asusta ninguno de los campeones que se vislumbran en el horizonte. Si el Real Murcia está bien, si llega tenso y concentrado al 22 de mayo, sostenido por el aliento de miles de murcianos, podrá acariciar el éxito. Para ello debe dar un paso más, demostrar a los contrarios que necesitarán algo más de lo que aportó el Melilla si quieren ganarle.
La plantilla me parece corta pero apta para conseguir el objetivo y en él debe volcarse. Hay que superar las deficiencias ahora que se puede y soltar un poco los frenos. No ver fantasmas donde sólo hay crítica constructiva y obviar lo demás. Todos queremos lo mismo, el final de esta pesadilla.
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