viernes, 21 de octubre de 2011

Pagar por escuchar la radio

Momento en que prohíben la entrada a las radios en NC
La notaria que tomó nota del impedimento
Imaginemos por un momento que todas las radios dejan de emitir. Subimos al coche y no podemos sintonizar ninguna emisora. Ni en casa, ni en los móviles - iphones - smarthones y ordenadores. Un tostoneo flota en las ondas y barre las palabras, el fútbol, la música, las emociones que sólo la proximidad de la radio puede transmitir. No se oye nada porque hay que antes hay que pagar una cuota. ¿Sería viable? Los dirigentes de la LFP deben de pensar que sí, porque quieren condenar a las emisoras a pagar un canon que ellas no cobran a sus oyentes. La radio es gratis, siempre lo ha sido y no concibo que pueda ser de otra manera. Incluso ahora que también se puede escuchar por la televisión –¡qué cosas!- no me imagino que nadie quisiera pagar una cuota para escuchar una retransmisión de fútbol. Yo no pago porque me cuenten un partido, sino por verlo in situ o por la tele. Hasta ahí podíamos llegar. Si las radios consienten esta tropelía se producirá un efecto cascada en la que todo el mundo querrá su parte y la radio tendrá fecha de caducidad. 
La única fuente de financiación que tienen las radios es la publicidad y nada tiene que ver con los derechos de televisión y sus múltiples subdivisiones, según la parroquia para la que se emita. Si el despropósito y la avaricia de los gestores de la Liga les obliga a tener que financiarse con fuentes externas, si se les obliga a pagar a los oyentes, le estarán dando un golpe mortal al Medio, habrá muchas emisoras que tendrán que despedir personal, otras perderán autonomía, otras cerrarán… el daño puede ser irreparable.
Javier Tebas, mandamás de la Liga y uno de los grandes defensores del canon, se mofaba el otro día en Twitter (o al menos yo así lo entendí), cuando preguntaba si en la Asamblea del Real Madrid alguien había protestado por el conflicto. Hay que ver la fijación que tiene este hombre con el dinero, como bien pudimos comprobar en Murcia con el famoso Laudo de Samper, en el que le exigió el pago de cinco millones de euros por negociar por su cuenta los derechos televisivos. Señor Tebas, nadie protestó porque los oyentes apenas están notando el boicot que sufren las radios. Los profesionales dan su información con menos calidad de sonido, por teléfono o desde los estudios, pero la dan y con nota. Lo hacen entre el público o siguiendo las imágenes por televisión. Opinan sobre lo que ven. Pero a mí me suena a fraude. Porque por muy buena que sea la imagen viene editada y encorsetada, mientras que la radio amplía la información a los 360 grados, pone ojos donde no hay cámaras, cubre unos huecos que enriquecen y complementan una retransmisión televisiva y, además, de primera mano. Eso ahora está limitado porque no pueden más que mezclarse entre el público. Pero no se equivoque don Javier, que los aficionados no se quejen no significa que no les guste estar informados en toda su extensión y no sólo con lo que les ofrece el realizador de turno. Que no lo exijan no quiere decir que no tengan derecho a tenerlo. Derecho constitucional, no arbitrario, para recibir información inmediata, libre y gratuita.

Tampoco entiendo qué pinta en toda esta historia Radio Nacional, que no puede emitir publicidad y por tanto ‘lucrarse’, según dicen, a costa del fútbol profesional. La radio pública está para cubrir un hueco imprescindible en el periodismo que ahora se ve cercenado. El problema es que se han creído que el fútbol es suyo y hemos dejado que se lo crean. Tienen amordazados a los discrepantes, a aquellos que se quejan por lo bajinis pero luego se callan y tragan cuando tienen que plantarse.
Como me parece lamentable que jueguen con el pan de los más pequeños, esas emisoras locales que malviven de la publicidad y a las que han puesto un puente, barato, de plata para adherirles a la causa. Pequeños esquiroles que se escudan en su supervivencia para justificarse ante las ‘grandes’, pero no se dan cuenta de que firman pan para hoy y hambre para mañana. Al consentir el canon le dan la posibilidad de subir su cuota más adelante y quedarán estrangulados con la misma cuerda que ahora quieren elevarse sobre los demás. Me llama mucho la atención en este sentido el silencio de la Asociación de Radio y Televisión, muy decidida a acabar con la competencia ilegal y que en este asunto no han abierto la boca.
Este fin de semana las emisoras de radio tampoco podrán entrar en los estadios. El enfrentamiento con las LFP se ha estancado y corre el riesgo de ser menospreciado, pero no deja de ser lamentable que las cabinas vuelvan a estar vacías. Retomemos el asunto, no lo dejemos en el olvido.
Como gesto de buena voluntad, las radios se han ofrecido para pagar algún dinero por las ‘atenciones’ que reciben en los campos. Recintos muchos de los cuáles son municipales, con cabinas construidas y mantenidas por los ayuntamientos. Algunos no pagan ni el agua ni la luz cuando hay partidos nocturnos ¿Cuáles son las facilidades? ¿La fotocopia con las alineaciones? ¿Un botellín de agua? ¿El peto prestado a los fotógrafos? ¿El guardia jurado que no deja trabajar a los inalámbricos? ¿Y dónde se cuantifican las contraprestaciones que la radio le da al fútbol? Todo sea por el entendimiento, pero el derecho a la información no tiene precio. De momento.

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