viernes, 22 de abril de 2011

El himno de la intolerancia

El viejo Mestalla se volvió a llenar de pitos para intentar silenciar el himno de España. Miles de aficionados del Barcelona intentaron boicotear el momento protocolario previo a la final de la Copa del Rey, con la presencia del propio monarca, sometido año tras año a esa humillación. El pasado fueron los del Athletic y éste los del Barcelona. A ver si el año que viene hay más suerte, aunque lo dudo, porque ya se cuida la Federación de provocar hasta la saciedad estos enfrentamientos entre los dos mejores de España.
El hecho de que un ciudadano con pasaporte español no se sienta español y no considere éste su país me parece respetable. ¿Por qué no? Las coordenadas de nacimiento no implican afinidades. Que se lo digan, por ejemplo, a los miles de murcianos que anoche celebraron el primer título de la temporada del Real Madrid. Lo lógico y deseable es que fueran seguidores del equipo de su tierra, del Real Murcia; pero no, lo son del Madrid. Como hay muchos del Barça, del Atlético de Madrid y del Athletic, puede que más que del equipo grana.
Digo que sentirse alienado lo puedo entender, aunque no compartir, porque todos esos países autonómicos han alcanzado sus privilegios económicos gracias a los miles de ‘españoles’ que se han dejado la piel en sus fábricas y sus impuestos durante generaciones. Pero no es admisible que vayan a protestar por una competición en la que no creen. Si están en contra de España, del Rey y de la Copa, pues que no participen. Que le silben a Rossel y a Artur Mas y que no vengan. Pero apuntarse a ganar y encima renegar, no. Un grito puede se oye más que un millón de silencios y se convierte en el himno de la intolerancia. Los barcelonistas no catalanistas (que los hay) deberían alzar la voz.
Ganó el Madrid y a Mourinho le faltó tiempo para salir a comentar su triunfo. Para eso no dejó a Karanka, ese ayudante tan respetable al que habían faltado al respeto los irrespetuosos periodistas deportivos que se rebelaron contra su falta (de respeto) en la rueda de prensa previa al partido de Liga en el Bernabeu. Esa foto se la guardó para él. Esta victoria le servirá de coartada para seguir pateando todo lo que le rodea y su engreimiento puede intoxicar, aún más, el ponzoñoso aire madrileño. Incluso con la alegría de la victoria copera, no puedo entender la veneración de muchos madridistas. Supongo que los resultados lo justifican todo, aunque la Liga ya la haya perdido. La semana pasada apareció Clemente –el que faltaba- para defender sus tesis. Normal. Son como dos gotas de agua, con la salvedad de que el portugués gana títulos y el ex del Murcia desperdició una generación de lujo en la Selección sin celebrar nada. Ahora, como antipáticos, altaneros y sabelotodos no les gana nadie. Vaya, vaya, con el club del noble y bélico adalid, lo que está tragando por no contrariar a este ególatra. Tendré que preguntarle al maestroValdano la próxima vez que le vea.
Pedro León, detrás de Granero y encima de Carvalho
Me alegré de ver en la foto del campeón a Pedro León, apartado de las convocatorias pero presente en Mestalla como uno de los acreedores del título. Se fajó en las primeras eliminatorias, las del trabajo menos lucido y, al menos, tuvieron el detalle de dejarle compartir la alegría con sus compañeros. La injusticia que el técnico portugués está haciendo con el murciano le puede motivar tener que salir del Madrid a final de temporada sin haber podido demostrar todo su talento.
La victoria de la Copa es merecida porque el Madrid supo hacer su partido y derrotar a un rival con un fútbol superior. Encastilló al equipo por detrás de la línea de medios, plagado de jugadores defensivos y con tres estiletes en punta en busca de su oportunidad. La encontró en el gran talento de Cristiano Ronaldo. Vale lo que se pague por él. Cuando un equipo juega al fútbol con el gusto y el atrevimiento del Barcelona se vuelve vulnerable y eso lo supo aprovechar el Madrid. Fútbol espectáculo contra fútbol directo; estilo Barça-España, versus estilo inglés y con pronóstico incierto. Qué grande es el fútbol. Y suben las apuestas para la eliminatoria europea. El que canta el himno de la Champions es el verdadero campeón.

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