El murcianismo entendido como virtud engendra el vicio del derrotismo o la indolencia cuando la situación se vuelve adversa. Es un fuerte impulso creado por su historia contra el que las nuevas generaciones luchan con denuedo, sin llegar a sobreponerse. Desconozco la razón por la que muchos seguidores del equipo grana imponen sus dudas sobre los deseos de que esta temporada pueda meterse en la lucha por la Primera División, pero es una corriente que deberían atajar de inmediato para que no se convierta en una idea contagiosa. La derrota del pasado domingo contra el Alcorcón avisa de que hace falta un punto de inflexión en el juego del equipo, de que debe seguir evolucionando, pero no le despierta de ninguna realidad ficticia. Sus virtudes y sus defectos son los mismos, sólo que viene lastrada por dos puntos que volaron a última hora en Sabadell y de una derrota menos dolorosa contra el Barça B.
Me recuerda la inquietante película de Shyamalan, el Incidente (The Happenning, Fox, 2008), en la que los personajes sienten un irresistible deseo de inmolación por mor de unas extrañas leyes naturales. Sin razón aparente. Los últimos resultados son preocupantes y dejan al descubierto deficiencias subsanables para enderezar de nuevo el rumbo, circunstancias temporales que no pueden elevarse a la categoría de regla máxima. Es decir, no se trata de resultados como consecuencia de la incapacidad del equipo sino de equivocaciones con nombres y apellidos, con la pertinente dosis de mala fortuna en forma de lesiones. Encuentro bastantes analogías con las tres derrotas iniciales del campeonato y si antes nadie se rasgó las vestiduras, tampoco ahora viene al caso. Puede que ganara algún partido sin merecerlo, pero también pudo ganar otros. Una pieza no hace tendencia y por dos resultados malos no se puede perder la confianza en estos jugadores.
Por razones que sólo a las leyes cuánticas y la Providencia pertenecen, el Real Murcia ha conseguido armar un equipo capaz de luchar por el ascenso. La magnífica racha de diez partidos sin perder es la mejor prueba de ello. No todos los que lo pretenden lo consiguen y otros lo consiguen sin pretenderlo, aún apostando el dinero que no tienen en el intento. En el Murcia siempre han vendido la idea de la permanencia de puertas para afuera, mientras que con la boca pequeña buscaban un equipo que diera batalla por arriba. La nueva modalidad de ascenso, con los play-off, ha revitalizado la Segunda División y ha logrado que un número mucho mayor de equipos vivan su sueño hasta el final de temporada. Si no fuera así, si sólo hubiese ascensos directos como en los últimos años, recomendaría a los murcianistas que no se hicieran demasiadas ilusiones, que intentasen disfrutar de su equipo con el consuelo de que no pasar muchos apuros para mantenerse. Ojo, cuestión no baladí si recordamos el recorrido de los últimos tres años y que el club murciano ha logrado huir ayer del verdadero infierno del fútbol. Como ocurre con las empresas, no hay una manera de garantizar el éxito, en especial si no se dispone de un presupuesto muy alto, pero partiendo de la humildad, el compromiso y la racionalidad se pueden alcanzar altas cuotas de satisfacción.
Los árbitros no ayudan, más bien perjudican y habrá que vivir con ello porque no es nuevo y tampoco pasajero. Ya ocurrió hace dos años cuando el innombrable Teixeira Vitienes le dio el puntapié definitivo al equipo hacia el descenso. Por razones que deben situarse lejos de la geografía murciana los árbitros no quieren al Murcia y aplican el reglamento a rajatabla, a veces incluso de manera excesiva, mientras que con los rivales son mucho más conmiserativos. Pero no se pueden estar toda la vida llorando por las esquinas maldiciendo la mala idea de unos u otros; hay que ponerle freno por medio de resultados, de ganarse el respeto de los contrarios a base de meterles el miedo en el cuerpo. Para eso el equipo tiene que tener un poco más de personalidad, más fútbol y no dejar tanto terreno a la especulación. Tiene jugadores para ello, mucho más que para agobiarse en torno a su área buscando contras explosivas. Con jugadas a balón parado o faltas no será suficiente, es necesario un paso más adelante y buscar cuanto antes un once fiable sobre que el gravite todo lo demás. Hay jugadores y hay entrenador. Y lo han demostrado. En cuanto arreglen lo de los partidos de casa estoy convencido de que volverán por sus mejores fueros. Este es un equipo ganador al que hay que fortalecer mentalmente en sus posibilidades, sin perder la perspectiva de sus prioridades de mantenimiento, sin permitir el error de no apostar con firmeza por una posibilidad de ascenso quimérica a principio de temporada. No sabemos cuándo se puede volver a repetir. En eso sí deberíamos incidir.
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