Como rezaba Fray Luis de León, Alejandro Valverde ha subido al podio diez minutos después de que le volvieran a dejar competir de verdad. Como al sabio humanista del Renacimiento, le han robado un periodo de su vida por acusaciones nunca probadas y nuestro contemporáneo ha respondido con la misma actitud de desprecio, ignorando a sus verdugos a la hora reemprender su periplo en el mismo punto. Ganaba antes y gana después para escarnio de los que sembraron la duda y le apartaron sin haber dado positivo nunca en ningún control antidopaje.
En Australia no ha tomado la salida, ha salido disparado dispuesto, a empezar a quemar la adrenalina acumulada. Ha ganado una etapa y no se ha llevado la general porque Gerrans es de la tierra y se ha agarrado con ahínco a su mínima ventaja. También porque José Joaquín Rojas, paisano y compañero de equipo, buscaba un triunfo que se le resiste. Lo que sí ha quedado claro es que Valverde ha retomado su carrera donde la dejó –donde le obligaron a dejarla- hace un año y medio en uno de los actos de injusticia más deportiva más flagrantes del deporte profesional.
Alejandro lloró después de cruzar la meta. Han sido muchos meses de sufrimiento callado hasta que se ha puesto de nuevo un dorsal sobre la carretera. Muchas horas de entrenamiento escondido con el que nunca ha dejado de ser su equipo en la práctica, en las concentraciones, en la preparación específica en altura, dentro y fuera de España. Esfuerzos ahogados por la frustración de no poder competir a su lado en el momento oportuno. Como Sísifo, empujaba su piedra da manera inútil y sempiterna, castigado por la impiedad envidiosa de sus dioses. Condenado a tener que empezar de nuevo sin perder la esperanza. El corredor murciano y su equipo (antes Caisse D’Epargne, ahora Movistar) han arrostrado su ausencia en la principales competiciones con un papel brillante, conscientes de que como iba a ser muy complicado competir por las clasificaciones absolutas era preferible volcarse en las parciales.
En las grandes vueltas han mostrado la calidad que siempre ha acompañado a los bloques de Eusebio Unzúe, pero en los momentos críticos han echado de menos el golpe de pedal del murciano. Esa explosividad en los finales de etapas, en las rampas más comprometidas o en la estrategia de las Clásicas. Un estilo que va más allá del mero acto de competir gracias a su talento innato en la gestión de sus esfuerzos y el planteamiento de las carreras. No va a ingresar en la Real Academia de la Lengua, no será comentarista o modelo publicitario, pero corre como los dioses. Nació para la bici, su anatomía es una prolongación de la estructura en la que desliza sobre el asfalto, la que nos hace vibrar en su sacrificio y llenarnos de orgullo con sus triunfos. Un ciclista al que aún podemos disfrutar mucho.
No es cuestión de mirar atrás para buscar revanchas inútiles. Con su pan se lo coman los que no le defendieron como merecía ante los ataques despiadados del Comité Italiano y de la UCI. Apoyos y defensa puestos de manifiesto en Alberto Contador y que han impedido, de momento, una grave sanción para el madrileño. Es momento de mirar al futuro porque Alejandro ha vuelto con muchas ganas en un año repleto de acontecimientos. Lo lógico es que note la inactividad al principio. No es lo mismo entrenarse a gran nivel que atender las exigencias de la competición, los tirones, caídas o pinchazos que salpican las carreras. Estos meses le hemos visto por las rampas de Sierra Nevada sacando de punto a algunos de los principales ciclistas en activo, aún en entrenamientos, lo que hace pensar que no ha rebajado su forma. Como posee un físico privilegiado es muy posible que para las Clásicas de las Ardenas ya obtenga su mejor rendimiento. Después vendrá el Tour, una cita anhelada y pendiente desde antes del parón. En esta ocasión liderará un equipo muy comprometido capaz de subirle al podio en París.
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Valverde, en el podio de Australia. (Fotos Movistar). |
Supongo que la Federación Española contará con él para los Juegos Olímpicos. La prueba en ruta se disputará el 28 de julio, una semana después de acabar el Tour, por lo que su pico de forma debe ser el mejor para afrontar el reto de suceder a Samuel Sánchez. Esta puede ser su última oportunidad –y quizá la más factible- de poder conseguir una medalla. No creo que dispute la Vuelta a España, así que debería cerrar el año en el Mundial de Valkenburg (Holanda), el 23 de septiembre. La mayoría de las carreras las podrás ver en RTVE, a través de Teledeporte. Es la televisión que más apuesta por el ciclismo, uno de los Deportes con más títulos para nuestro país y en el que un murciano de Monteagudo tiene preparado un papel de protagonista. Australia es una advertencia: ha vuelto.
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